viernes, 3 de junio de 2016

El patético periodismo televisivo argentino


¿Existe algo más denigrante que un político argentino? ¿Hay algo más bizarro que un actor o director de cine nacional? Sí, los periodistas televisivos.
Difícilmente podrá encontrarse fuera de nuestros límites semejante cantidad de imbéciles, personajes improvisados, faltos de roce y seriedad; gente carente de formación y nulo profesionalismo. Difícilmente, lo repetimos, podrá encontrarse algo más patético que estos representantes de lo berreta, lo ordinario y cholulo.

Cuando algún televidente, necesitado de información, sintoniza algún canal, si no acude rápidamente a una cadena extranjera tendrá que conformarse con un “noticiero” o “informativo” local. No le quedará más remedio, que soportar una andanada de monerías, gritos, risotadas, chistecitos interminables, “gracias”, cacofonía constante es decir, interrupciones constantes para emitir opiniones propias, un lenguaje de octava y lo que es peor, una falta total de información.
El periodista de televisión argentino no se forma, no investiga, no sondea ni indaga sino que repite como un loro lo que ha escuchado por ahí, sin cotejar ni analizar lo que va a soltar. Baste recordar los mamarrachos de C5N anunciando a viva voz, con música de victoria como fondo y grandes letreros, la victoria de Scioli a nivel nacional y Aníbal Fernández como gobernador de la provincia de Buenos Airees, en las últimas elecciones. Y después de semejante papelón, siguen poniendo la cara en lugar de desaparecer y llamarse a silencio. En especial ese paquete de voz aflautada llamado Roberto Navarro, que la va de “contra-Lanata” y no lo escucha ni la madre. ¿Cómo se puede ser tan sorete?
Firulete y Cañito. Miren la cara de Firulete cuando
se enteró que la delincuente K perdió las elecciones

Que los políticos están a la misma altura que estos especímenes lo prueba el hecho de que ni uno solo deja de acudir al programa Infama que conduce Santiago del Moro, donde un pigmeo llamado Brancatelli se inventó un personaje y todos le hacen pata pese a que la juegan de indignados o peor aú, al poco original y aburrido Bailando por un sueño, al que ninguno parece resistirse.
De personajes de la calaña de Mauro Viale, Luis Ventura o Jorge Rial no vale la pena hablar pues hace muchos años se los viene señalando como lo más bajo de la prensa amarilla, pero los canales no dejan de contratarlos y darles espacio. Vanos son los esfuerzos que el hijo del primero –ese sí, buen periodista-, hace para despegarse de él, pero es panelista suyo así como de Del Moro y eso lo denigra y le resta seriedad.
Dos pelotudos importantes han sido Rolando Graña y Daniel Tognetti. Todos recordamos al primero cuando, con cara de duro, jugándola de implacable, hizo un programa especial dedicado a acusar a ese otro personaje particular que es el Papa Francisco, de haber colaborado con la dictadura y como luego se tuvo que meter la lengua en el orto, al igual que su émulo, el doble agente Horacio Verbitsky, cuando exponentes de los derechos humanos y la militancia izquierdista salieron a desdecirlos. ¿Qué dirá ahora cuando la letrina andante de Hebe de Bonafini fue recibida por el Pontífice? ¿Se acordará de aquella emisión? ¿Y de cuando hizo ese otro programa especial para neutralizar a Lanata, haciéndole el juego al gobierno más corrupto de la historia nacional, dándole cuerda a Leonardo Fariña cuando éste se desdecía de sus dichos?
Y pese a ello este impresentable también sigue apareciendo en la pantalla. De Tognetti tampoco diremos nada porque es tan elemental y pigmeo, que su peso en la pantalla es nulo.
El periodista argentino es berreta en extremo, vulgar y bruto. “Trucho”, “piña”, “laburo”, “pibes”, “guita”, “afano”, “curro”, “boludo” son algunos de los términos que utiliza a diario, degradando cada vez más el lenguaje.
Lameorto del relato
“Bancame un toque, fulanito” –decía días pasados el patético Lapegue cuando TN cubría el paso de Mercurio por el Sol – “…que hay unos pibes de colegio llamando para preguntar”.
Así forman a las nuevas generaciones los “hombres de prensa” de nuestro país; tienen a escolares mirando el programa, y lo hacen en esos términos, creyéndose simpáticos y con llegada. Pero nunca uno tan boludo como el tal Robertito Funes, aquel que cubría exteriores para C5N. ¿Cómo habrá sido que el propio canal lo terminó removiendo? Aunque luego lo volvió a llamar. El tipo se creía graciosísimo y era un forro insufrible, sin comicidad ni calidad.
Pero la fauna periodística televisiva en nuestro país es infinita.
El más repulsivo, por aspecto e idiosincracia, es el servil Víctor Hugo Morales, otro pobre uruguayo que vino a matarse el hambre a nuestro país y termino ultra-hiper millonario después de abrirse de cantos al kirchnerismo. Ex amigo de represores de su tierra, a quienes les recitaba y cantaba “Cuando un amigo se va…”, en reuniones a puertas cerradas en los cuarteles, ahora es “democrático” a full. Este pedazo de mierda defensor de corruptos y delincuentes trabaja para Cristóbal López, quien le sigue metiendo plata en los bolsillos para que continúe el Relato K.
Esos son algunos de nuestros profesionales del cuarto poder, los que nos informan a diario y "manteniéndonos al tanto" de la situación. Y el pueblo los sigue sintonizando… y a la vista están las consecuencias.
Graciosos sin gracia ¿Por qué creen en nuestra TV que
tienen que ser todos simpáticos y entradores?

Otro que se vino a matar el hambre al país. ¿Se acuerdan
cuando bramaba amenazando a Lanata con que lo iba a ir a  

buscar a la salida de la radio para encararlo de frente? 
Puro bla bla. No fue nunca

Amigo del poder en todos los tiempos y a toda hora

Y sino, mírenlo acá, compartiendo cenas y almuerzos
con los represores de su país

Si, es él, junto a militares uruguayos. Hoy se llena
los bolsillos dándonos lecciones de democracia

Boludín

No hay comentarios:

Publicar un comentario