¿Existe algo más denigrante que un político argentino? ¿Hay algo
más bizarro que un actor o director de cine nacional? Sí, los periodistas
televisivos.
Difícilmente
podrá encontrarse fuera de nuestros límites semejante cantidad de imbéciles, personajes improvisados, faltos de roce y seriedad; gente carente de formación y nulo
profesionalismo. Difícilmente, lo repetimos, podrá encontrarse algo más patético que estos representantes de lo berreta, lo ordinario y cholulo.
Cuando algún televidente, necesitado de información,
sintoniza algún canal, si no acude rápidamente a una cadena extranjera tendrá
que conformarse con un “noticiero” o “informativo” local. No le quedará más
remedio, que soportar una andanada de monerías, gritos, risotadas, chistecitos
interminables, “gracias”, cacofonía constante es decir, interrupciones constantes
para emitir opiniones propias, un lenguaje de octava y lo que es peor, una
falta total de información.
El periodista de televisión argentino no se forma, no
investiga, no sondea ni indaga sino que repite como un loro lo que ha escuchado
por ahí, sin cotejar ni analizar lo que va a soltar. Baste recordar los
mamarrachos de C5N anunciando a viva voz, con música de victoria como fondo y
grandes letreros, la victoria de Scioli a nivel nacional y Aníbal Fernández como
gobernador de la provincia de Buenos Airees, en las últimas elecciones. Y
después de semejante papelón, siguen poniendo la cara en lugar de desaparecer y
llamarse a silencio. En especial ese paquete de voz aflautada llamado Roberto
Navarro, que la va de “contra-Lanata” y no lo escucha ni la madre. ¿Cómo se puede
ser tan sorete?
Firulete y Cañito. Miren la cara de Firulete cuando se enteró que la delincuente K perdió las elecciones |
Que los políticos están a la misma altura que estos
especímenes lo prueba el hecho de que ni uno solo deja de acudir al programa Infama que conduce Santiago del Moro,
donde un pigmeo llamado Brancatelli se inventó un personaje y todos le hacen
pata pese a que la juegan de indignados o peor aú, al poco original y aburrido Bailando por un sueño, al que ninguno
parece resistirse.
De personajes de la calaña de Mauro Viale, Luis Ventura o
Jorge Rial no vale la pena hablar pues hace muchos años se los viene señalando
como lo más bajo de la prensa amarilla, pero los canales no dejan de contratarlos
y darles espacio. Vanos son los esfuerzos que el hijo del primero –ese sí, buen
periodista-, hace para despegarse de él, pero es panelista suyo así como de Del
Moro y eso lo denigra y le resta seriedad.
Dos pelotudos importantes han sido Rolando Graña y Daniel
Tognetti. Todos recordamos al primero cuando, con cara de duro, jugándola de implacable,
hizo un programa especial dedicado a acusar a ese otro personaje particular que
es el Papa Francisco, de haber colaborado con la dictadura y como luego se tuvo
que meter la lengua en el orto, al igual que su émulo, el doble agente Horacio
Verbitsky, cuando exponentes de los derechos humanos y la militancia izquierdista
salieron a desdecirlos. ¿Qué dirá ahora cuando la letrina andante de Hebe de
Bonafini fue recibida por el Pontífice? ¿Se acordará de aquella emisión? ¿Y de
cuando hizo ese otro programa especial para neutralizar a Lanata, haciéndole el
juego al gobierno más corrupto de la historia nacional, dándole cuerda a Leonardo
Fariña cuando éste se desdecía de sus dichos?
Y pese a ello este impresentable también sigue apareciendo
en la pantalla. De Tognetti tampoco diremos nada porque es tan elemental y
pigmeo, que su peso en la pantalla es nulo.
El periodista argentino es berreta en extremo, vulgar y
bruto. “Trucho”, “piña”, “laburo”, “pibes”, “guita”, “afano”, “curro”, “boludo”
son algunos de los términos que utiliza a diario, degradando cada vez más el
lenguaje.
Lameorto del relato |
“Bancame un toque,
fulanito” –decía días pasados el patético Lapegue cuando TN cubría el paso
de Mercurio por el Sol – “…que hay unos
pibes de colegio llamando para preguntar”.
Así forman a las nuevas generaciones los “hombres de prensa”
de nuestro país; tienen a escolares mirando el programa, y lo hacen en esos
términos, creyéndose simpáticos y con llegada. Pero nunca uno tan boludo como
el tal Robertito Funes, aquel que cubría exteriores para C5N. ¿Cómo habrá sido
que el propio canal lo terminó removiendo? Aunque luego lo volvió a llamar. El
tipo se creía graciosísimo y era un forro insufrible, sin comicidad ni calidad.
Pero la fauna periodística televisiva en nuestro país es
infinita.
El más repulsivo, por aspecto e idiosincracia, es el servil
Víctor Hugo Morales, otro pobre uruguayo que vino a matarse el hambre a nuestro
país y termino ultra-hiper millonario después de abrirse de cantos al
kirchnerismo. Ex amigo de represores de su tierra, a quienes les recitaba y
cantaba “Cuando un amigo se va…”, en reuniones a puertas cerradas en los
cuarteles, ahora es “democrático” a full. Este pedazo de mierda defensor de
corruptos y delincuentes trabaja para Cristóbal López, quien le sigue metiendo
plata en los bolsillos para que continúe el Relato K.
Esos son algunos de nuestros profesionales del cuarto poder,
los que nos informan a diario y "manteniéndonos al tanto" de la situación. Y el pueblo los
sigue sintonizando… y a la vista están las consecuencias.
Graciosos sin gracia ¿Por qué creen en nuestra TV que tienen que ser todos simpáticos y entradores? |
Otro que se vino a matar el hambre al país. ¿Se acuerdan cuando bramaba amenazando a Lanata con que lo iba a ir a buscar a la salida de la radio para encararlo de frente? Puro bla bla. No fue nunca |
Amigo del poder en todos los tiempos y a toda hora |
Y sino, mírenlo acá, compartiendo cenas y almuerzos con los represores de su país |
Si, es él, junto a militares uruguayos. Hoy se llena los bolsillos dándonos lecciones de democracia |
No hay comentarios:
Publicar un comentario